lunes, 30 de agosto de 2010

28/8/2010

Podría pasarme horas mirando la luna, fijamente, a su brillo pálido y luminoso. La luna lo sabe todo, es sabia, ancestral y sobre todo, capaz de entender a todo el mundo.

Quizás por eso prefiero la noche al día. El sol, se cree tan importante, tan superior, que te deslumbra, te ciega y no te deja ver nada más que su brillo molesto que quema.

La luna, en cambio, se sabe poner en el lugar de los demás. Ella también brilla, lo suficiente para hacerse notar pero no tanto como para privarnos del brillo de todos los que la rodean permitiéndonos disfrutar del más impresionante espectáculo. Una noche estrellada.

Además... si no me fio de aquel al que no puedo mirar directamente a los ojos ¿como voy a vivir bajo un sol que me impide reconocer tan siquiera el contorno de su redondez? Dejarme a la luna, con sus manías, creciendo y menguando, con sus altibajos... por lo menos se que me voy a encontrar con ella y se sabe mostrar, sin vergüenza, en todas sus facetas.

Salud camaradas!!!

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