Permanecer en puerto no está hecho para mis huesos marineros. El paso del tiempo, aquí en tierra, se cuenta de manera diferente. Quizás sea eso, intentar convivir con los horarios y la cotidianeidad que se respira mientras andamos anclados me astía y me hace sentir mal, me puede llegar a crispar los nervios en ocasiones.
Creo que me contagian sus prisas, sus horarios y esa cosa que llaman estres. Esque me duele todo!!! lo que más, esta maldita pierna. Y no, no digais que es la humedad de puerto, se seguro que es mental, estas normas y leyes que se siguen en tierra firme me taladran el cerebro y me hacen padecer el peor de los males.
Si camaradas, de eso estoy totalmente seguro, se a ciencia cierta que es algo que ronda mi cabeza, porque esa pierna, esa jodida pierna que me hace los días eternos y las noches difíciles de llevar, es la que tengo de madera.
Salud!!
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